VALERIA MONTES PASTOR: «LO QUE REALMENTE IMPORTA ES TU MUNDO PROPIO, TU PERCEPCIÓN DE LA REALIDAD. ESO ES LO QUE ENRIQUECE UNA OBRA DE ARTE: LA PERSPECTIVA ÚNICA DEL AUTOR».

Sebastián: ¿Qué se siente haber materializado tu primer libro? ¿Y cómo percibes que ha cambiado tu visión sobre la escritura?
Valeria Montes: En realidad,
siempre sentí que la escritura formaba parte de mí, pero por mucho tiempo dudé
de mis capacidades. No sabía si realmente tenía el potencial o si a alguien le
interesaría leerme, y quizás por eso nunca consideré profesionalizarme o
dedicarme a la escritura. Sin embargo, después de haber intentado con el teatro
y haberlo dejado, encontré en el Máster de Escritura Creativa un nuevo
propósito. Durante ese tiempo, sentí una profunda conexión conmigo misma y con
lo que más me gusta hacer: escribir. Fue entonces cuando me di cuenta de que,
independientemente de si soy buena o no, la escritura es algo que quiero hacer
durante el resto de mi vida.
Desde entonces,
busco siempre maneras de mejorar y profesionalizarme. Tener mi primer libro
publicado es un gran logro, especialmente porque fue un reto. Marca el inicio
de algo más. Estoy segura de que vendrán muchos proyectos, más libros y más
historias, ya que mi deseo de dedicarme a esto sigue firme. Este libro, además,
fue un proceso muy íntimo y personal. Desde que comencé a escribirlo —que fue
alrededor del año 2022— hasta las correcciones finales, viví una experiencia
absorbente. Hubo momentos en los que sentía que no podía vivir como una persona
«normal», ya que mi mente estaba constantemente atrapada en esa ficción.
Pensaba todo el tiempo en mis personajes y recorría una y otra vez el universo
que había creado. Para mí, esa realidad ficcional era como una maqueta en la
que me refugiaba.
Hoy, siento que
poco a poco he salido de ese mundo interno para experimentar la realidad
nuevamente, pero ahora tengo la intención de regresar a ese universo que me
habita, a través de mi segundo libro. Siento que he salido de mi refugio para
recolectar bayas, es decir, experiencias nuevas que nutran mis ficciones, pero
ya siento la necesidad de volver a este.
Sebastián: ¿Se puede decir que has tomado mayor seriedad a la escritura?
Valeria Montes: Sí, totalmente, soy muy emocional en prácticamente todos los aspectos de mi vida, sobre todo en la escritura. Sé que eso es especial, pero que también tengo que trabajar y moldear esos arrebatos creativos. Todavía tengo mucho que aprender.
Sebastián: ¿Cómo fue tu experiencia en el proceso editorial?
Valeria Montes: En primer lugar,
quiero expresar mi enorme gratitud por la oportunidad que se me dio,
especialmente siendo una autora novel. Estoy muy feliz de que hayan apostado
por mi texto tal como es, sin realizarle cambios, algo que para mí fue
fundamental. También me siento agradecida de que Pablo haya escrito el prólogo,
ya que él fue el director de mi Trabajo Fin de Máster (TFM) y desempeñó un
papel clave en todo este proceso; en gran medida, todo esto es gracias a él.
Sin embargo, soy consciente de que hay decisiones editoriales que están fuera
de mis manos. Dado que aún soy bastante inexperta, sentía mucho temor de
sugerir ideas o involucrarme más de lo que consideraba adecuado.
Por ejemplo, en esta
ocasión no pude elegir el diseño de la portada ni del interior del libro. Esas
fueron decisiones de la editorial. A futuro, me gustaría poder involucrarme más
en estos aspectos y siento que estoy ganando confianza poco a poco para proponer
mis ideas. Puede que no siempre tenga la última palabra, pero me gustaría ser
escuchada, ya que considero que el arte que acompaña a la escritura es tan
importante como la propia palabra. Me veo a mí misma como una artista
interdisciplinaria, y para mí, tanto la escritura como el arte visual son
elementos esenciales que se complementan mutuamente.
Sebastián: Eso es verdad, porque muchos de tus pasajes en el libro dan idea de que el autor imagine.
Valeria Montes: Personalmente,
me gusta mucho sugerir ideas y dar espacio para que el lector interprete de
manera subjetiva mis creaciones. Creo que es una forma de invitar a la
imaginación y al pensamiento personal de quien lee. Por eso, me habría gustado
que se prescindiera de las imágenes interiores del libro, ya que prefiero que
cada lector cree sus propias imágenes en la mente, según su percepción y su
experiencia. De alguna manera, quiero que cada quien se adentre en el texto de
forma única. Me gusta darle a quien me lee la oportunidad de evocar e imaginar.
Sebastián: ¿Que te animó al final del día decidirte por escribir? Porque has mencionado que eres una escritora interdisciplinaria que has estudiado artes escénicas. ¿En qué momento sientes que surgió el cambio?
Valeria Montes: Siempre me he
sentido muy apasionada por las historias, las ficciones, los personajes, y por
mucho tiempo pensé que la actuación era mi forma de involucrarme con todo esto.
Desde pequeña, creía que ese era mi lenguaje artístico, aunque también
experimenté con la danza, la música y el dibujo; así que, durante años, pensé
que esa era mi verdadera carrera. Sin embargo, en el camino, distintas
circunstancias me comenzaron a alejar de esta pasión. De pronto, actuar, que
era lo que más me fascinaba, se convirtió en una tortura para mí. Comencé a
tener problemas de timidez que eran difíciles de manejar. A eso se sumaron
enfermedades crónicas que me restaban la energía necesaria para ensayar o hacer
varias funciones. Actuar requiere una consciencia impecable de la corporalidad
y me encontraba en una etapa en la que ni siquiera me sentía dueña de mi
cuerpo. Era una autómata. Estaba devastada y fue difícil aceptar que esto ya no
era para mí, ya que había invertido mucha energía y años en mi formación como
actriz. Sentía que había perdido el único talento o habilidad que tenía. No
sabía qué hacer ni para lo que era buena. Solo seguí con la carrera y me
prometí que, una vez esta finalizara, no volvería a actuar. Para hacer esto más
tolerable, comencé a llevar cursos electivos de otras carreras. Ahí comencé a
interesarme en el cine y la fotografía. Tuve un periodo de experimentación
personal muy valioso antes de toparme con el Máster en Escritura Creativa de la
UNIR. Hoy en día, la escritura es mi principal línea de carrera, y me gustaría
seguir dedicándome a ello, aunque también me mantengo abierta a nuevas
posibilidades.
Sebastián: Hay quienes catalogan inmediatamente tu novela como gótica o algunos lo relacionan con Edgar Allan Poe. ¿Estás de acuerdo con ello?
Valeria Montes: Yo apuesto mucho
por la sutileza y por las interpretaciones subjetivas, por lo que decir si
estoy a favor o no de una etiqueta iría en contra de esa idea. Sin embargo,
reconozco la influencia de Edgar Allan Poe, pero debo ser honesta: no está
entre mis autores favoritos. No siento una conexión tan directa entre mi obra y
él como muchas personas suelen hacer de manera casi instantánea. Con quien sí
podría decir que me identifico es Eugene O'Neill. Siento una conexión profunda
con su obra, sobre todo por su aire trágico y los matices que presenta en su
teatro. O'Neill tiene momentos de dulzura y ternura que, al combinarlos con su
tragedia, lo hacen aún más conmovedor. Lo que más me inspira de él es cómo
muchas de las experiencias de su vida le sirvieron para escribir. Eso es algo
con lo que me identifico completamente, ya que, al igual que él, tomo muchas de
mis vivencias para nutrir mi escritura.
Sebastián: ¿Cuáles son los otros referentes literarios, cinematográficos, artísticos o musicales que enriquecen tus novelas?
Valeria Montes:
Yo me considero una
artista muy híbrida y además ecléctica, no tengo ideas fijas o preconcebidas,
me gusta aprender de todo un poco. Cada interacción, sea con algo o alguien, me
nutre como creadora, incluso aunque esta pueda ser dolorosa.
Creo que he crecido
mirando al mundo desde sus rincones, como si fuese un animal de presa, y eso me
ha convertido en una gran observadora. Soy muy receptiva al entorno, tanto ante
diversas obras de arte como a la vida misma.
Tengo referentes
teatrales, porque yo comencé leyendo teatro, sobre todo teatro clásico como
Shakespeare. Uno de mis dramaturgos favoritos por muchos años fue Arístides
Vargas, a quien pude conocer cuando vino a Arequipa hace años. Me encantaba su
manera de escribir, su sensibilidad, y me gustaban muchísimo las temáticas que
aborda. Él habla mucho sobre el olvido y la memoria. Son temáticas que hasta
hoy sigo abordando. A O’Neill lo descubrí en el primer y único taller de
escritura que llevé antes de comenzar el máster. Este fue un taller de guion
cinematográfico con Esteban Cueto, que al dar una primera leída a mi guion me
dijo que era muy trágica y me aconsejo leer a O’Neill. Me enamoré de ese
escritor porque me identifiqué muchísimo con él. Es considerado el padre del
teatro estadounidense y el trabajo de sus sucesores, como Tennessee Williams,
me fascina. De hecho, El zoo de cristal
fue uno de los referentes directos de Oda
a las polillas, al igual que De
repente, el último verano. Esta última obra también está siendo un
referente para mi segundo libro.
Me gusta muchísimo
Rosario Ferré. Siento que Casa Laguna
influyó en mí, al igual que distintos títulos de Zoé Valdés. Ella me fascina
como narradora y poeta. Creo que es mi autora favorita. También me encanta Emil
Cioran. Incluso reconocería cierta influencia de Keiko Nagita, que es la autora
de Candy, en Oda a las polillas. Recuerdo que, cuando estaba estudiando el
máster, encontré una versión novelada del manga hecha por la misma autora.
Había sido publicada recientemente, tal vez en 2020, y no tenía ni idea. La
compré apenas la vi en una librería.
Recuerdo que poco después de que mi mamá muriera, en 2016, comencé a ver la serie animada de Candy Candy de inicio a fin. Siento que conecté mucho con ella por el estado emocional en el que me encontraba. Leer esta historia de manera novelada en el proceso de escritura de Oda a las polillas me inspiró muchísimo. Quizá muchos no lo recuerden de esta forma, pero la historia de Candy es muy trágica, en ella hay muchísimo sufrimiento, pero aun así tiene matices de dulzura y ternura, incluso hasta toques cursis y románticos. Es así como visualizo Oda a las polillas y mi propia vida. Soy muy naive.
En cuanto al cine, me fascina el cine de Europa del Este, sobre todo el de la Nueva Ola Checa. También el cine de autor, porque, más allá de ver historias que pueden ser muy buenas, me gusta ver cómo son plasmadas estas historias; me gusta que la gente plasme su mundo interno en lo que hace. Eso para mí es muy enriquecedor y siento que lo he encontrado en el cine de esa parte del mundo. A veces fantaseo con estudiar cine en Praga.
También la música me inspira mucho, escribo escuchando a Pauchi Sasaki y tuve la oportunidad de verla en vivo, en el espectáculo “ARTEMIS Vol.5.1”, antes de hacer todas las correcciones de Oda a las polillas. Sentí que podía flotar en ese momento. Nunca había sentido tanta paz. Incluso llegué a pensar que, de poder elegir mi cielo cuando muera, sería ese concierto.
Estos son solo algunos de los referentes que vienen a mi mente en este momento. Son tantos que sería imposible mencionarlos a todos. Solo puedo decir que me siento dichosa de haberme topado con ellos y que quizá, con este breve recuento, puedan darse una idea de que tengo un gusto muy amplio. No me gusta limitarme con etiquetas tanto en el rol de creadora como en el de espectadora.
Sebastián: ¿Quizás podrías comentarnos si estás empezando con algún otro proyecto o tienes alguna otra idea?
Valeria Montes: Claro, no sé qué
registro tendrá este libro, pero lo que sí puedo adelantar es que será muy
trágico, aunque también muy dulce, como creo que es mi estilo. Tendrá ciertos
matices existencialistas y pesimistas.
Como ya mencioné
antes, entre mis referentes se encuentra De
repente, el último verano (1958) de
Tennessee Williams, pero también podría mencionar: Las vírgenes suicidas (1993) de Jeffrey Eugenides, Dormir al sol (1973) de Adolfo Bioy Casares, La campana de cristal (1963) de Sylvia Plath, Inocencia interrumpida ( 1993) de Susanna Kaysen, Prozac Nation (1994) de Elizabeth Wurtzel y Mi año de descanso y relajación (2018) de Ottessa Moshfegh.
Cualquiera que busque un poco sobre estos libros podrá identificar fácilmente cuál será la temática principal de mi obra. Es una temática que también aparece en Oda de las polillas y que también afecta mi vida.
Sebastián:¿Cuál es tu opinión sobre la literatura peruana contemporánea?
Valeria Montes: Estoy muy
sorprendida porque hay mucho más de lo que habría imaginado en un inicio.
Gracias a esta primera publicación he podido conocer a personas que admiro
mucho y de las cuales estoy aprendiendo. Siento que hay muchas voces, cosa que
me parece interesante. Quizás se le da más prioridad hoy en día a las temáticas
sociales y políticas, pero fuera de esto hay tantas cosas pasando que no
deberíamos de darle solo foco a eso.
Una autora
contemporánea que me fascina es María José Caro, a ella la leí por primera vez
con ¿Qué tengo de malo? (2017) y me
identifiqué muchísimo. Podría decir que mi autora peruana favorita es Sonia
Cunliffe, fue invitada a una sesión de un taller virtual de Petroperú que llevé
hace algunos años. Quedé embelesada al oírla. Me fascinó la manera cómo había
llegado a la escritura. Me identifiqué de algún modo. Ambas habíamos llegado
por cuestiones de azar al terreno de la escritura. Según lo que recuerdo, ella
se dedicó a la educación inicial por gran parte de su vida, para después
explorar distintos lenguajes artísticos, comenzando por el archivo fotográfico.
La admiro muchísimo por la forma en la que se aproxima al arte. Escribe, pero
también realiza proyectos relacionados a otras ramas del arte.
Me enamoré de la
portada de su libro. ¡Tenía una muñequita recortable! Tuve A la izquierda, en el desvío (2022) en mi lista de pendientes por un buen
tiempo hasta que pude leerlo. Es precioso. Me encantan sus toques naive, al igual que las imágenes que
evoca. Tiene un manejo del lenguaje maravilloso, con el que transmite muchísima
ternura, pero también humor e incluso tensión y tristeza. Me fascina que este
libro sea sobre la infancia, especialmente de la suya propia. Esta es una de
mis temáticas favoritas. Me identifiqué con la niña de esos cuentos, con sus
zapatos ortopédicos, como los que yo usaba de pequeña. Ese libro me atrapó. Es
todo lo que puedo decir.
Sebastián: ¿Cómo fue tu experiencia durante el Máster en Escritura Creativa?
Valeria Montes: Creo que el
máster fue un mundo aparte. Aunque fue virtual, durante ese año me sentí como
si estuviera en España y realmente percibí una gran diferencia en comparación
con la academia peruana, especialmente en lo relacionado con las humanidades y
las artes. Uno de los motivos por los que me desanimé con la actuación y las
artes escénicas fue que muchas de las propuestas que tenía durante mi pregrado
no eran tan valoradas por no tener un enfoque político o social. Si bien
entiendo que hay personas que prefieren incorporar estos elementos en sus
obras, no creo que el no hacerlo signifique desconectarse de la realidad. Y al
final, si estás desconectado de la realidad, ¡no importa! Porque lo que
realmente importa es tu mundo propio, tu percepción de la realidad.
Eso es lo que
enriquece una obra de arte: la perspectiva única del autor. Me sentía bastante
limitada en muchos aspectos, y creo que, en varias ocasiones, cuando tenía un
proyecto en mis manos, este terminaba casi siempre en manos del docente, quien
quería moldearlo a su manera, dejando de lado mis emociones o expectativas
iniciales. Eso generaba una sensación de no poder expresarme libremente y de
que mi visión quedaba subordinada a la de otra persona, lo cual me desmotivaba.
Para mí el master
fue muy diferente porque la teoría era amplia, pero nunca te obligaba a pensar
en una sola cosa, sino simplemente te mostraba varios puntos de vista para que
tú mismo formes tus propias ideas. Te daban las herramientas para que crearas tu
visión, por eso me sentía libre, escuchada y valorada.
El hecho de
realizar el Trabajo Fin de Máster (TFM) con la ayuda de Pablo fue una de las
etapas más lindas de mi vida. Algo que le dio un aura aún más simbólica a este
proceso es que recuerdo que la primera asesoría del TFM cayó justo en el día de
mi cumpleaños. Fue maravilloso no solo encontrarme con una persona que estaba
muy preparada y que tenía un bagaje diverso para guiarme, sino que también
estaba dispuesta a ayudarme a encontrar mi propia voz. Él estaba dispuesto a
ser mi compañero y hallar mi propio lenguaje. Siento que florecí a su lado. Es
una figura que me ha ayudado muchísimo. Cada vez que tengo oportunidad, le
recuerdo la gratitud infinita que tengo hacia él, pero no sé si es capaz de
cuantificar todo el impacto que tuvo, tanto en mi carrera como en mi vida. Es
probable que la primera vez en la que me haya sentido valorada como persona y
creadora haya sido en aquél espacio virtual que para mí es tangible y atesoro
en mi alma.
Sebastián: ¿Cuál consideras que es tu proceso a la hora de escribir?
Valeria Montes: Creo que tengo
dos procesos bastante distintos. El primero es más espontáneo. Estoy en una
situación, con alguna persona, en algún lugar, y algo me inspira. Entonces
decido tomar una nota, ya sea en el celular o en una agenda. Es una nota que no
sé qué va a ser después. No sé si terminará siendo parte de un libro, un poema,
un aforismo… no tengo idea. Pero es algo que hago casi a diario, de manera
inconsciente. El segundo proceso es más estructurado y enfocado. Es cuando me
siento a escribir con una idea más clara en mente. El primer proyecto que tuve
de esta manera fue Oda de las Polillas
y desde el principio tenía muy claro lo que quería hacer, aunque algunas cosas
no estaban completamente definidas. Lo que sí sabía era lo que quería
transmitir, la atmósfera que quería crear. De hecho, el título fue una de las
primeras cosas que vino a mi mente. Durante todo el proceso de escritura, desde
el máster —incluso después de este—, y hasta el proceso de revisión después de
la publicación, estuve muy receptiva a lo que me rodeaba, buscando qué cosas de
la vida misma o de las obras de arte podrían inspirarme. Creo que un creador
siempre está en esa búsqueda constante. Uno está receptivo al entorno, y, en mi
caso, trato de ser lo más receptiva posible a todo lo que atraviesa por mis
sentidos.
Este segundo proceso
de escritura es más «parametrado», en el sentido de que me siento a escribir
con una intención más definida. Debo tener disciplina, pero me gusta hacer las
cosas a mi ritmo, con lentitud y paciencia. También me gusta tomarme pausas para
meditar, escuchar música, e incluso, a veces, me dan ganas de bailar o de hacer
algo con el cuerpo. Soy una persona muy visual, y muchas veces, cuando estaba
escribiendo Oda a las Polillas, si
tenía algo en mente, pero no era muy concreto, me ponía a buscar imágenes en
distintas webs, como Pinterest o Instagram. En Instagram, por ejemplo, tengo
carpetas con referencias visuales para todos mis proyectos y he intentado
entrenar a mi algoritmo para que me proponga nuevo material para guardar en
estos archivos. Cuando sentía bloqueos, buscaba esas reminiscencias visuales
para lo que quería plasmar, y eso me nutría mucho. Es un proceso muy conectado
con lo que siento y veo, y me gusta que todo esté en constante fluidez y
cambio. Es como un diálogo entre lo que percibo y lo que estoy creando.
Cabe recalcar que
durante ese proceso también hice una serie fotográfica a manera de diario de
escritura, ya que parte de mi proceso de escritura constaba visitar lugares que
tenían la atmósfera que yo buscaba transmitir, entre ellos la casa de antigüedades
La Colonial que fue como la musa para este proyecto.Tomé muchísimas fotografías
con cámaras analógicas y digitales. En muchas ocasiones recurrí a ese propio
banco de imágenes para escribir y es por eso que muchos personajes salen de esas fotografías.
Sebastián: ¿Qué consejos le darías aquellos animados a meterse a esta larga odisea que es escribir desde tu experiencia como escritora?
Valeria Montes: Yo les
aconsejaría que se permitan sentir y se mantengan receptivos al entorno, que
busquen una voz propia. Para mí eso es lo más importante de la escritura y lo
que me llama la atención. Incluso más importante que una buena historia, es el
mundo interno que estoy conociendo. Eso es muy interesante y muy estimulante.
Yo escribí este libro dudando mucho de mí, sin saber si a alguien le gustaría o
si sería bueno, pero siempre me repetía a mí misma que estaba haciendo lo que
yo quería. Después de haberme sentido tantos años limitada en la carrera de
pregrado, sentía que por primera vez podía crear algo para mí y por mí. Decidí
hablar sobre las cosas que más amo y me conmueven, pero también de mis temores
y pesares. Estaba hablando sobre mí. Sobre mi vida. Sobre las personas que
alguna vez conocí y quedaron prendidas en mi memoria. Sobre objetos antigüos
que he rescatado de distintos lugares y me acompañan desde los estantes de mi
cuarto. Oda a las polillas es mi
corazón en papel. Cada que dudaba de mí, me repetía que quizá no estaba
escribiendo el mejor libro, pero estaba haciendo algo único y que me reflejaba.
Yo creo que es
gracias a este gesto de abrir de par en par las puertas de mi mundo interno ha
logrado que este libro conmoviera a tantas personas y quizás esto suene
pretencioso, no lo digo con esa intención, pero para mí Oda de las polillas es uno de mis libros favoritos, porque tiene
muchas cosas que me fascinan y es imposible no identificarme con él. Lo digo
porque me apasiona todo lo que puse ahí. Creo que siempre uno tiene que
sentirse orgulloso con su trabajo y no solo escribir, sino también leer, y ahí
viene la importancia de la reescritura y la revisión, eso es muy importante y
muchas veces eso se deja de lado, porque la gente escribe y no revisa nunca lo
que hizo.
Sebastián: ¿Qué obra estás leyendo actualmente? ¿Y qué opinas de ella?
Valeria Montes: En lo que va del
año, he estado intentando combinar un libro de prosa con uno de versos. No me
había animado a leer más de un libro en simultáneo antes. El mes pasado estuve
leyendo poemas de Las flores del mal
en la mañana y antes de dormir, como si fueran una especie de oraciones, y a lo
largo del día he estado leyendo Elogio de
la locura. Este mes he mantenido esa dinámica con poesía selecta de
Apollinaire y La mujer que soy, la
autobiografía de Britney Spears. Contrario a lo que muchos podrían pensar, es
un gran texto y se relaciona con los que mencioné previamente como referentes
para mi segundo libro, al igual que Paris:
The Memoir, la autobiografía de Paris Hilton, que es la próxima en la
lista. Creo que existe una forma de sororidad, un vínculo muy íntimo entre las
mujeres que han luchado con su salud mental y se atreven a contar su historia,
y aquellas lectoras que también enfrentan esa misma batalla. Es una forma de
contención mutua. Así lo siento.
Yo creo que uno
tiene que ser lúdico con las lecturas y no tener ideas preconcebidas de baja o
alta literatura. Creo que todo nos puede servir y sobre todo si es algo con lo
que realmente conectamos y disfrutamos leer. A mí un día me van a encontrar
leyendo filosofía pesimista y, al día siguiente, leyendo Kardashian Konfidential, la autobiografía de las Kardashians. Al
final de todo, ¿por qué no? Uno tiene que ser receptivo y aceptar que puede
encontrar inspiración incluso en lo más “banal”.
Sebastián: Bueno, eso va a ser una obra muy interesante de leer, una opinión cruel con respecto a ello proviene de Alan Moore que dice «lean malos libros, porque de ahí hay muy buenas ideas, pero mal ejecutadas».
Valeria Montes: Yo creo que a
veces hay muchas pretensiones con respecto a la lectura. No siempre uno tiene
que leer para “culturizarse” o formarse sobre la realidad nacional. Uno puede
leer simplemente para entretenerse y eso está bien. El descanso, la evasión e
incluso el humor son elementos importantes de la vida que también pueden darnos
enseñanzas.
Como he mencionado antes, soy muy ecléctica, tengo referentes variados y diferentes entre sí. Creo que eso me brinda la particularidad que se ha podido manifestar en Oda a las polillas. Me gustan los matices, siento que eso le da complejidad a lo que escribo y que no podría lograrlos si no me permitiera acceder a lo que me interesa por prejuicios o etiquetas. Yo creo que eso es uno de mis puntos fuertes. Quizá algunos pensarán que no me tomo tan en serio esto, porque, como he dicho antes, tengo una actitud muy lúdica y fresca ante la lectura y escritura, pero creo que esto forma parte de mi proceso creativo y de mis ideales.
Sebastián: ¿Tendrías alguna opinión extra?
Valeria Montes: Bueno estoy muy
agradecida, emocionada e incluso sorprendida de que hayan decidido darme este
espacio para permitirme hablar sobre mi libro y estoy feliz con lo que haya
podido transmitirle.
*
Valeria Montes Pastor (Lima, 1999) es una artista interdisciplinaria criada en Arequipa. Pertenece a la
primera promoción de la carrera de Artes Escénicas de la Universidad Peruana de
Ciencias Aplicadas. Es magíster en Escritura Creativa por la Universidad
Internacional de la Rioja (España). Su exploración artística, además de la
escritura, abarca disciplinas como el cine, la fotografía, las artes
performativas, el arte textil y el anticuarismo.
Como autora
literaria, participó en la selección Ellas
escriben (exploran, imaginan, se atreven). Muestrario 2023 del laboratorio de escritura dictado por Kathy Serrano,
publicado online bajo el sello editorial del Centro Cultural Petroperú.
Asimismo, es una de las autoras de la antología XIII exhumaciones extraordinarias Poe (2024), que tuvo a José
Donayre Hoefken como editor y curador.
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