ENTREVISTA A GIOVANNA POLLAROLO

GIOVANNA POLLAROLO: «HAY UNA GRAN DIVERSIDAD DE AUTORES, NO SOLO EN LIMA, SINO EN TODAS LAS REGIONES DEL PAÍS. AFORTUNADAMENTE, HOY EN DÍA HAY MÁS EDITORIALES QUE ESTÁN HACIENDO UN TRABAJO VALIOSO, ASÍ COMO FERIAS Y ESPACIOS QUE ACERCAN A LOS ESCRITORES AL PÚBLICO. ES UN PROCESO LARGO PERO FUNDAMENTAL. Y PERMITIRÁ CAMBIAR LA IDEA DE QUE SOLO ES “ESCRITOR” AQUEL QUE HA GANADO PREMIOS, QUE SALE EN LOS PERIÓDICOS O EN LA TELEVISIÓN».

 

Giovanna Pollarolo* pertenece a una generación talentosa de escritoras peruanas que renovaron la literatura peruana a finales del siglo XX. Ha incursionado en narrativa, poesía, ensayo y en la elaboración de guiones cinematográficos. En El Hacedor conversamos con ella para conocer un poco más sobre su labor creativa y sus reflexiones sobre la situación de la lectura y escritura en el país.


Sebastián: A raíz de tu última publicación titulada No podemos explicar por qué lloramos (2025), ¿cómo sientes que ha evolucionado tu literatura desde el primer libro que publicaste?

Giovanna: Bueno, no he publicado muchos libros. El que mencionas forma parte de Atado de nervios (1999), porque ambos exploran un universo similar. Creo que algunos de mis personajes están atravesando una etapa de aceptación. Hay una cita, de Vivian Gornick, que expresa bien esta idea. Se refiere a la idea del amor romántico. Así como solemos creer que alcanzar la felicidad pasa por encontrar una pareja —como si estuviéramos incompletos y necesitáramos de alguien más para completarnos—, Gornick nos recuerda que ya hemos aprendido que eso no es del todo cierto. Necesitamos muchas otras cosas además de una pareja, porque si depositamos toda nuestra esperanza solo en el encuentro de la pareja, estamos dando un paso hacia el fracaso.

Sebastián: Muy cierto. Somos seres muy complejos, y una pareja no debería ser solo un complemento. Si uno mismo no se siente completo, no sería justo acercarse a alguien que sí lo está.

Giovanna: Estás exigiendo algo que el otro no te puede dar. Somos seres incompletos. La incompletud, está en la naturaleza del ser humano.

Sebastián: Esto me recuerda a esa historia de un ser humano que tenía cuatro brazos y cuatro piernas, y que tenían que separarlo.

Giovanna: Recuerdo la historia que cuenta Aristófanes en El Banquete de Platón. Él hablaba de tres géneros: masculino, femenino y hermafrodita. Este último era considerado perfecto. Zeus, al sentirse amenazado por esa perfección —porque él era el dios completo— decidió partir a estos seres por la mitad. Desde entonces, buscamos esa parte que nos falta. De allí lo de la «media naranja», la mitad que te falta.

Sebastián: ¿Cómo logras encontrar el equilibrio en tu escritura?

Giovanna: Me doy cuenta relativamente rápido si una idea tiene potencial. A veces es una frase o algo que escucho, y empiezo a trabajar mentalmente. No suelo apuntarlo, porque confío en que, si vale la pena, volverá a mí cuando me siente a escribir. Si no regresa, simplemente la dejo ir. En cuanto a decidir el género literario, es algo muy intuitivo. La palabra misma me convoca a seguir. Si el texto tiene posibilidades, se va enriqueciendo solo, y a veces de ahí surge una trama, incluso sin haberla planeado. Claro que hay escritores que trabajan de otra forma, con una escaleta previa y todo bien estructurado. Pero en mi caso no es así. Confío en que mi subconsciente ya lo sabe; y yo simplemente lo voy descubriendo. Antes me asustaba la falta de planificación, pero con el tiempo he aprendido a confiar en mis intuiciones como un método válido.

Sebastián: ¿Cuáles son tus referentes literarios? ¿Qué autores sientes que han nutrido tu literatura y le han dado fluidez?

Giovanna: Soy lectora de cuentos y novelas de estilos muy variados, aunque no me atrae mucho el género de aventuras ni el de fantasía. Me interesa más lo cotidiano, lo doméstico. Por eso me conecto con autores como Raymond Carver, John Cheever, Antón Chéjov. Recientemente, Sigrid Nunez. La ciencia ficción solo me atrae cuando está enfocada en los afectos, las emociones, en las relaciones humanas. Si el enfoque es demasiado técnico o científico, me cuesta involucrarme. Lo mismo me ocurre con el cine. Justamente ayer vi una Hiroshima, mi amor, escrita por Marguerite Duras en los años 50. Ella también fue guionista, y trabajó en una época en que tanto la novela como el cine comenzaron a transformarse, volviéndose más expresivos en lo emocional. Esa película, en particular, me pareció muy experimental en ese sentido.

Sebastián: ¿Cuáles son tus otros referentes artísticos?

Giovanna: Me interesa mucho el componente melodramático en las historias. Este aspecto, durante mucho tiempo, ha sido asociado a lo femenino y, por tanto, subvalorado. Se ha dicho que son películas de mala calidad, excesivas. Así colocan a su público, en gran parte mujeres, en una posición de inferioridad cultural. Eso me llevó a preguntarme por qué ocurre esto. Y llegué a la conclusión de que cada género tiene sus propias características y responde también a las necesidades sociales de su época. Por eso me interesa ver los textos y las obras como productos de un contexto histórico y cultural.

También me gustan mucho las películas de Martin Scorsese, especialmente sus primeras, porque explora de forma profunda las relaciones humanas y la complejidad del mal. En el cine latinoamericano, admiro mucho a la directora Lucrecia Martel. Películas como La ciénaga (2001) y Zama (2017) me parecen extraordinarias por su capacidad de representar el caos cotidiano y el malestar social desde lo íntimo.

Sebastián: ¿Podrías contarnos cómo fue la publicación de tu primer libro?

Giovanna: Fue un poemario que publiqué en 1986, titulado Huerto de los Olivos. En ese entonces no conocía mucho del ambiente literario limeño. Tampoco del tacneño. En Tacna, donde nací, había una revista muy conocida llamada Quilca, con un grupo de poetas muy activos; pero como era joven y estaba viviendo en otro contexto, los llegué a conocer recién varios años después. Además, me mudé a Lima siendo muy joven, y todo era bastante nuevo para mí.

Entonces, cuando publiqué mi primer libro, lo más bonito que me pasó fue que un día, cuando compré un periódico, al abrirlo encontré una reseña escrita por Carlos López Degregori. Fue un momento muy impactante para mí, porque yo no lo conocía ni le había enviado mi libro. El comentario de Carlos, a quien conocí años después, fue fundamental para el futuro de mi escritura. Y es que yo nunca termino de sentirme escritora. Necesito que alguien más me lo diga, me cuesta asumirlo por cuenta propia. A veces me asaltan pensamientos como: «¿Y si mañana ya no puedo escribir nada?», «¿y si ya no tengo más qué decir?». Son inseguridades con las que he aprendido a convivir.

Y te comento con mucha alegría que Cecilia Podestá acaba de hacer una edición muy bonita de Huerto de los Olivos, de cien ejemplares. Me emociona mucho porque es un libro que escribí hace muchos años, y verlo renacer es gratificante.

Sebastián: Como investigadora y como escritora, ¿cuáles son tus percepciones sobre la narrativa peruana contemporánea?

Giovanna: Creo que la narrativa peruana se ha enriquecido muchísimo en los últimos años, pero lo que nos falta son lectores. Si haces una encuesta en la calle y preguntas por escritores peruanos, la mayoría solo mencionará a los más conocidos. Y eso te lleva a preguntarte: ¿por qué las nuevas generaciones de escritores no hemos logrado una difusión más amplia?

Pienso que parte del problema está en el sistema educativo. En los colegios se repite una y otra vez a los mismos autores, y no se da espacio a nuevas voces. Hay escritores que exploraron, y exploran, géneros como la ciencia ficción, por ejemplo, José Adolph, con Mañana, las ratas (1984), que me parece una gran novela, además breve y de lectura accesible para estudiantes, pero no se le considera. O Yeniva Fernández, que explora el género fantástico. Hay toda una legión de escritores que no son leídos y que, sin embargo, tienen mucho que decir. Aunque también hay excepciones. Por ejemplo, Oswaldo Reynoso sí ha sido muy leído, sobre todo en el ámbito escolar. Recuerdo que él decía que había vendido más libros que Mario Vargas Llosa gracias a las lecturas escolares. Sin embargo, cuando se pregunta a la gente en la calle por escritores peruanos, rara vez lo mencionan, lo cual también es curioso.

Creo que en los colegios se debería dar más participación a los docentes para que puedan elegir textos que conecten con sus alumnos. Además, hay una gran diversidad de autores, no solo en Lima, sino en todas las regiones del país. Afortunadamente, hoy en día hay más editoriales que están haciendo un trabajo valioso, así como ferias y espacios como el de ustedes, que ayudan a acercar a los escritores al público. Todo esto forma parte de un proceso largo, que toma tiempo, pero que es fundamental para cambiar la idea de que solo es «escritor» aquel que ha ganado premios, sale en los periódicos o en la televisión. Lo importante es seguir trabajando para lograr una mayor cercanía entre los lectores y todos esos escritores que aún no han sido suficientemente reconocidos.

Sebastián: Es una observación muy interesante la que se plantea en el podcast Hablemos escritoras, donde se menciona que el lector se está alejando de la lectura, y eso representa un problema serio tanto para los escritores como para el mundo literario en general.

Giovanna: Sí, aunque lo curioso es que ahora hay más librerías que antes. Las editoriales dicen que venden poco, que muchas veces deben compensar con otros tipos de publicaciones, pero aun así no han dejado de publicar literatura.

Sebastián: ¿Podrías mencionarnos alguna obra literaria que consideras que debería volver a publicarse o recibir mayor atención?

Giovanna: Mañana, las ratas (1984) de José Adolph debería reeditarse. Es un libro que tiene mucho que decir a los lectores actuales. También creo que es urgente recuperar a muchas escritoras de la primera mitad del siglo XX, como Angélica Palma, Dora Mayer, María Jesús Alvarado y Rosa Arciniega. Sus libros han sido prácticamente abandonados porque no se han reeditado. Si se lograra hacer eso, podríamos conocer mucho mejor nuestra historia y nuestra sociedad, porque las obras literarias siempre nos introducen en el contexto en el que fueron escritas, y eso es justamente lo que más me interesa.

Recuerdo que para mi tesis de maestría investigué una novela titulada La ciudad de los reyes, de un autor casi desconocido: Pedro Dávalos y Lissón. Cuando les contaba a amigos y colegas sobre él, la mayoría respondía que conocían una calle con ese nombre en Lima. Al principio pensé que  había escrito solo una novela, pero descubrí que tenía un total de ocho. Eso me obligó a investigar más profundamente lo que ocurría en esa época. Fue una experiencia muy reveladora.

Sebastián: Nos gustaría que nos cuentes un poco sobre tu carrera como guionista cinematográfica. ¿Cómo surgió tu interés por adaptar obras literarias? ¿Y cómo fue tu formación dentro de la industria del cine?

Giovanna: Desde joven siempre me gustó mucho leer novelas y ver películas. Cuando empecé a estudiar Literatura, comencé a pensar que podía unir esos dos intereses trabajando en adaptaciones cinematográficas. En esa época, además, estaba en contacto con personas que hacían cine en Perú. Se habían retomado las telenovelas y había cierto entusiasmo, sobre todo por el auge de la telenovela brasileña, que captaba mucho la atención del público. Existía una especie de competencia entre las novelas mexicanas de Televisa, las cuales  habían llevado el melodrama a un plano muy comercial y por otro lado las brasileñas, que ofrecían una estética y un contenido distinto.

Recuerdo que, gracias a personas que tenían contactos en canales de televisión, me animé a escribir guiones sin saber muy bien cómo hacerlo, porque en ese momento no había talleres ni formación especializada. Pero tuve la suerte de escuchar a Doc Comparatto, guionista brasileño de telenovelas. Y de trabajar con Augusto Cabada. Fuimos aprendiendo juntos, sobre la marcha.   Después ya me fui apartando del trabajo de guionista; me dediqué más a la docencia.

Sebastián: Claro, todos en algún momento tenemos que tomar decisiones. Pero en esta entrevista estamos conversando con la escritora, la académica y también con la guionista.

Giovanna: Aunque hace muchos años que no escribía guiones, recientemente volví a hacerlo. Escribí uno que trabajé con mi hija y será ella quien lo dirija. El guion ganó el año pasado uno de los premios de DAFO. Hacer una película es un proceso muy largo. Yo calculo que toma entre seis y siete años. Primero está la escritura del guion, luego viene la búsqueda de financiamiento porque los fondos que recibes no cubren todo. De hecho, recién después de tres años de intentarlo logramos ganar ese fondo.

Sebastián: Y en tu trayectoria como guionista, ¿cuáles han sido los principales retos y satisfacciones? ¿Hay alguna adaptación que recuerdes con especial cariño?

Giovanna: El guion que me encantó trabajar fue Tinta roja (2000). Desde el inicio tenía clara la idea de que había que contarla como novela de aprendizaje. La historia no solo desarrolla casos policiales, sino también la vida íntima de los personajes. Organicé la adaptación a partir de esa idea, de allí que no resulto difícil  seleccionar.

Sebastián: ¿Qué consejo le darías a quienes desean dedicarse a la literatura?

Giovanna: Siempre digo lo mismo: para escribir, hay que leer mucho. Leer te forma, te da herramientas, te abre caminos. Y cuando asistes a talleres o maestrías, además de leer, investigas con más profundidad, te haces más preguntas y encuentras tus propios referentes. Cada persona va descubriendo su propio registro y se especializa en lo que verdaderamente le interesa.

Sebastián: ¿Cómo definirías ese «imposible» que buscas desde el inicio de tu obra literaria?

Giovanna: Creo que no podría definirlo y, en el fondo, no quiero encontrarlo. Si lo encontrara, tal vez ya no seguiría escribiendo. Siempre falta algo, y me parece que está bien que así sea. Ese vacío, esa búsqueda, es lo que nos mueve a seguir creando.

Sebastián: ¿Qué estás leyendo en este momento? ¿Qué podrías comentarnos sobre esa lectura?

Giovanna: Releyendo los cuentos de Lucia Berlin, también Apegos feroces de Vivian Gornick, El museo de la inocencia de Orhan Pamuk.

Sebastián: Muchas gracias por su tiempo y los buenos ánimos.

Giovanna: Gracias a ustedes por este programa y espero que lo difundan para que se pueda conversar de literatura de una manera entretenida. Así es que sigan adelante y que tengan muchos éxitos.

 

Giovanna Pollarolo (Tacna, 1952) es doctora en Philosophy Spanish por la Universidad de Otawa. Magíster en Literatura Peruana y Latinoamericana por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado los poemarios Huerto de los olivos (1986), Entre mujeres solas (1991), Entre mujeres solas y otros poemas (1995) y La ceremonia del adiós (1997). Recientemente, la colección de relatos No podemos explicar por qué lloramos. Ha dictado diversos talleres de guion en universidades nacionales e internacionales. Sus investigaciones y relatos ficcionales se han publicado en múltiples revistas nacionales y extranjeras.

 


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