ENTREVISTA A YERO CHUQUICAÑA SALDAÑA
ENTREVISTA A YERO CHUQUICAÑA: «CONOZCO MUCHOS AUTORES JÓVENES Y NO TAN JÓVENES QUE PUBLICAN UN PRIMER LIBRO Y, DESPUÉS DE UNOS AÑOS, CONFIESAN ESTAR ARREPENTIDOS. ME ALEGRA NO PODER DECIR LO MISMO».

Sebastián:
¿Cómo sientes que ha cambiado tu visión sobre la escritura después de haber
publicado tus libros?
Yero
Chuquicaña: Ha cambiado mucho. Cuando era joven y comencé a escribir, era
más fácil. La edad influye demasiado. Era como practicar un deporte. Me dejaba
llevar mucho por la pasión y mis emociones. Podía escribir de tres a seis horas en
la noche e incluso hasta el alba. En cambio, ahora es un trabajo más
concienzudo, aunque no tanto, porque siento que, si es el momento indicado,
puedo ponerme a escribir de golpe 1,000 o 2,000 palabras al día, y eso para mí
es un gran avance. Sin contar que suelo redactar alrededor de 5.000 palabras
diarias por mis obligaciones laborales. Gracias a esa dedicación y a la intensa
práctica durante mi juventud, ahora puedo completar un proyecto, por ejemplo,
en diez días.
Alex: Hay
algo importante aquí, porque no es lo mismo publicar a los 25 años que a los
35. A esa edad, seguramente, ya tienes una reputación y una trayectoria, por lo
que no puedes publicar cualquier cosa.
Yero
Chuquicaña: No puedo escribir el mismo libro una y otra vez. Por ejemplo, Falsos
cuentos (2017) es un libro que le gusta a mucha gente, pero no puedo volver
a escribir sobre los mismos temas con el mismo estilo siempre. Siento que cada
vez que escribo un libro tengo una oportunidad para experimentar con algo
distinto y ponerme nuevos límites. Por eso tengo demorado un nuevo libro de
cuentos que está en proyecto desde el 2020. Quiero que sea diferente a los
primeros.
Sebastián: El
paso de los años cobra factura para todos. Si miramos su primer libro de
cuentos habla sobre su ciudad, luego empieza a hablar sobre sí mismo y de ahí
empieza a hablar sobre dos personas y un artista desencantado y al final
escribe sobre su vida en Arequipa, pero ahí se va observando el cambio. ¿Qué
diferencias encuentras en publicar en una editorial independiente peruana, en
una del extranjero y en una trasnacional como Planeta?
Yero
Chuquicaña: Es todo parte del proceso. Al principio empezamos a escribir
desde un lugar muy propio y desde la ventana más pequeña, en este caso, una
editorial independiente y local. Yo conozco a Ruhuan Huarca más de 15 años y he
visto crecer la editorial Aletheya. Le tengo mucho respeto por el trabajo que
hemos hecho juntos publicando mis tres primeros libros de cuentos. Luego está
lo de Cinesargo, editorial extranjera, que ha sido un impulso para llevar por
primera vez mi literatura fuera del país. Y, finalmente, saltar a una editorial
transnacional, que son las que dominan el mercado. Pero eso no quita que yo
haya perdido mi «esencia» al momento de escribir para otras editoriales o que
deje de corresponder como autor de provincia. Siempre voy a seguir siendo el
mismo y puedo trabajar con Ruhuan o con cualquier otra editorial que me lo proponga,
como Edelvives Internacional, por ejemplo. Escribí un libro infantil, Historia
de un zorro (2022), para esta editorial de España que distribuye sus obras
a gran parte de Latinoamérica, y actualmente es leído en varias instituciones
educativas de habla hispana. Eso para mí es gratificante, porque significa que
cada vez los pasos son más largos y los libros llegan a más gente. Eso es
genial.
Sebastián: Creo
que un escritor que es capaz de escribir para un público adulto y luego
adaptarse al público infantil es un escritor que tiene talento.
Yero
Chuquicaña: Es un desafío, porque escribir literatura infantil y juvenil no
es lo mismo que escribir Falsos cuentos o Peruanos de segunda mano (2019).
La literatura infantil y juvenil requiere un tipo de escritura y de visión,
porque a veces te sugieren la edad y eso implica otro tipo de trabajo, de
cierta forma es más controlado. No puedo hacer que mi literatura infantil sea,
digámoslo, «caótica». Tiene que estar orientada a un público objetivo, o quién
sabe. De cualquier forma, siempre puedo incluir «eso» que me caracteriza.
Sebastián:
¿Cuáles son los eventos canónicos que definieron tu vocación por la literatura
y la escritura?
Yero
Chuquicaña: El primero fue a los veinticuatro años, cuando finalmente me
dejé convencer por Aletheya para escribir un libro de relatos. Yo tenía un
prototipo de cuentario, pero no estaba satisfecho con el resultado y
simplemente lo deseché. En ese momento, me senté en el escritorio y me tracé un
proyecto de libro al que le puse nombre, tema y objetivos, aspirando a que al
año siguiente se publique bajo un riguroso trabajo de edición. Yo no solo me
encargué de escribirlo, como es esperable, sino también de diagramarlo y diseñar
las portadas, agregar las ilustraciones en blanco y negro, porque al final resultaron
siendo dos: Taca-Taca (2015) y Air-Max (2015), ambos de la
colección Falsos cuentos. Quería que el proyecto fuera muy personal y
que tuviera algo único que lo diferenciara del resto de libros que se estaban
publicando en ese tiempo.
El segundo
evento fue en el 2023, casi diez años después. Estaba algo deprimido porque
solo me dedicaba a trabajar, curiosamente, escribiendo textos largos de todo
tipo, pero menos literatura. Un día me pasaron la convocatoria de un concurso
de narrativa y vi que solo quedaban once días para participar. Me tomé un día
de los once para revisar todos los detalles del concurso, armar mi proyecto de
libro y trazar un plan de escritura rápido. Los otros diez días los dediqué
exclusivamente para escribir, esta vez literatura. Me di cuenta de que no
estaba oxidado como yo pensaba, sino que aún tenía mucha destreza para seguir contando
historias. Así fue como nació El Erizo (2024). Ganó el concurso contra
todo pronóstico. Esa fue la señal definitiva que necesitaba para darme cuenta
de «eso», de que voy a pasar el resto de mi vida haciendo esto.
Sebastián:
¿Que tanto ha impactado tu formación en Ilo y Arequipa en tu literatura?
Yero
Chuquicaña: Mi tiempo en Ilo es determinante porque la experiencia de vida
de un autor, pienso, es indivisible, por más que las desconozcas o cambies de
vida después. Para mí Ilo es el espacio al que siempre voy a volver de una u
otra forma, el lugar donde nací, el que me ayudó a construir mi colección de Falsos
cuentos y al que probablemente vuelva cuando ya esté en las últimas. Hay un
dicho que señala que para escribir sobre los demás primero tienes que aprender
a escribir sobre ti. Yo creo eso firmemente.
Antes, mucho
antes, me hubiera gustado empezar a escribir ciencia ficción, fantasía, épicas,
ese tipo de cosas, pero me di cuenta de que esos temas no tenían nada que ver
conmigo, al menos en ese momento. Bastó dar un vistazo alrededor para darme
cuenta de que mi vida y la de los demás era lo suficientemente interesante como
para escribir un libro de relatos que tocará temas que me empezaban a
interesar, como las condiciones de vida de un grupo de peruanos arrojados a un
pampón al final del sur del país, la marginalidad y la precariedad que hay en
ello, la violencia social, la paternidad, la sexualidad, la amistad, el amor…
En fin, la búsqueda de mi propia identidad. Escribir sobre lo que conozco es muy
valioso para mí, porque ayudó a posicionar a Ilo dentro de lo que llaman el «canon
literario». Se logró escribir un libro de relatos que tuviera como escenario el
puerto de Ilo, que se impulse la literatura hecha en las regiones,
específicamente en Moquegua y Arequipa, y que mi carrera como escritor
independiente se catapultara en todo el país gracias al Premio Nacional de
Literatura.
Sebastián: ¿Y
en Arequipa?
Yero
Chuquicaña: En Arequipa es donde realmente empieza mi formación en
literatura de manera profesional. Me quedé en la escuela de Literatura de la
UNSA más tiempo de lo que esperaba, pero no me arrepiento de nada. Esos años
extra me sirvieron para fortalecer no solo mi formación académica, sino también
para estrechar lazos fuertes y duraderos con profesores, alumnos y amigos que conservo
hasta ahora. Esos años me sirvieron para aprender literatura «universal»,
hablando de forma muy general. Siento que todos esos libros que recibí a lo
largo de la carrera me ayudaron a consolidar un estilo y una voz que siempre
está buscando perfeccionarse. Por eso no puede escribir el mismo libro dos
veces. Ya experimenté con literatura infantil y juvenil, ahora quiero escribir
una novela que abarque diversos temas que me importan e impactan todos los
días. Creo que estoy en la edad correcta para poner en marcha ese proyecto.
Cuando estaba en mis veintes siempre me negaba a escribir una novela cada vez
que alguien me preguntaba cuándo lo haría, porque me llamaba a mí mismo «cuentista».
Pero hay cosas que simplemente no se pueden narrar en los cuentos cortos. Le
toca a la novela. Es hora.
Sebastián:
¿Cuáles son tus referentes literarios, cinematográficos u otros que han
instruido en tu literatura?
Yero
Chuquicaña: Mis referencias son muy obvias en cuanto a literatura y muy pop
en cuestión de cultura popular. Y en términos de literatura nacional, son lo
que uno esperaría de un escritor que ha orientado su literatura hacia el
realismo urbano la mayor parte del tiempo. También hay algo de influencia de
los cómics estadounidenses, las sagas y los superhéroes. Antes era un lector de
cómics empedernido, ahora de lejitos nomás, ya lo dejé. Pero sigo teniendo miles
de comics en mi sala. Entonces, para simplificar la respuesta en cuanto a
referentes literarios, me gusta la literatura de Ribeyro, fue mi maestro
ausente. También me encanta cómo escribía Oswaldo Reynoso con el libro que se
consagró. Y no puedo negar que he recurrido a Mario Vargas Llosa en algún
momento. Pero si me voy hacia el extranjero, soy un fiel seguidor de Rulfo.
Sebastián: Él
fue un escritor que solo sacó dos libros para trascender en la literatura
universal.
Yero
Chuquicaña: Sí, cargo mi edición combo de Pedro Páramo/El llano en
llamas como una biblia. También me gusta mucho la literatura del escritor
estadounidense Raymond Carver. Él es uno de mis máximos referentes, tanto así
que quería ser como él. Pero una vez uno de mis amigos me dijo: «no debes
intentar ser como Carver, porque tú ya eres Yero Chuquicaña. Procura seguir
siendo Yero Chuquicaña».
Con respecto a
las películas, mis referentes son Scorsese, Tarantino, Fincher, Nolan, Paul
Thomas Anderson. Luego, con respecto a la música, están los Arctic Monkeys,
Oasis, The Libertines, Strokes. Pero también me gusta mucho la música
contemporánea hecha por jóvenes como Cuco, Boy Pablo o Los Retros.
Me gustan muchas
cosas, por eso en mi segundo libro agarré todo lo que tenía a mi disposición
para hacer el caos que tanto me gusta. Metí un poco de Carver, otro poco de
Palahniuk (escritor que también admiro), un poco de Ribeyro y una pizca de
Reynoso. Y rock y películas y cómics y géneros y realidad nacional. Me encanta
cómo quedó Peruanos de segunda mano.
Sebastián:
Justo estabas hablando de tu estilo y de tus referentes. Entonces, te hago la
siguiente pregunta, ¿tienes algún spoiler que nos puedas dar de algún proyecto
que tengas en mente?
Yero
Chuquicaña: Sí. Quiero escribir dos libros a largo o quizá corto plazo: uno
es de cuentos, el cual ha sido postergado por varios años, y que por ahora
tiene el título provisional de Las raras ocasiones. Ahí tienes un
spoiler. Luego, el segundo libro es una novela, porque, como ya te comenté
antes, siento que es el momento indicado para hacerlo. La temática no es
original, pero sí es refrescante, y creo que poner mucha atención tanto a la
forma como el contenido podría hacer que esta novela que tengo en mente funcione. No
puedo dar más spoilers.
Sebastián: Pasando
a la sección de opiniones, ¿cuáles son tus percepciones sobre la narrativa
peruana que se produce actualmente?
Yero
Chuquicaña: La literatura contemporánea que se hace en Arequipa es muy
saludable. A nivel nacional también es abundante, porque hay muchos registros y
voces apareciendo cada año. Y aun así no tengo mucho tiempo para leerlos a
todos. Te puedo confesar que he leído muy poco, es decir, a mis contemporáneos.
Pero, de cierta forma, está bien, porque no suelo seguir tendencias. Me gusta
regresar a los clásicos siempre. Apoyo enfáticamente que haya este incremento desmedido
de narrativa nacional, porque entre tantas páginas, algo bueno ha de salir (risas).
Como te dije, no los he leído a todos, así que no podría dar una mirada justa a
lo que se está haciendo en la actualidad en la narrativa peruana. Hay gente más
preparada para eso. Por mi parte, siempre regreso a los mismos libros e intento,
de alguna forma, encontrar una pista que me diga hacia dónde ir. Es como
un ejercicio íntimo que pongo en práctica de vez en cuando. Pero me parece
genial que surjan nuevas voces y que muchas de ellas las conozca de algún lado
o de antemano. Siempre les deseo lo mejor.
Sebastián:
¿Consideras que hay un proceso que sigues para escribir? ¿De qué manera
escribes?
Yero
Chuquicaña: Antes escribía en las noches y me quedaba hasta la madrugada,
pero ahora no porque tengo que repartir mi horario de trabajo con mis otras
responsabilidades. Además, ya no soy tan joven como para desvelarme tan
brutalmente como antes (risas). Hay que saber administrar el tiempo
libre. Cuando escribí mi último libro, El Erizo, le dediqué cada día que
tenía a mi disposición hasta que ya no podía más, hasta que me hartaba, porque,
naturalmente, siempre hace falta descansar la cabeza de vez en cuando. O te
quemas. Por eso las relaciones sociales, amicales y amorosas son muy
importantes, porque nos dan un respiro y nos mantienen con los pies en la
tierra; cuídenlas. Ahora, imagino que para los dos proyectos que tengo en el
escritorio, puedo destinar dos o tres horas de escritura al día. También suelo
acompañar las sesiones con música que inspire la narrativa, música contemporánea
o retro, no importa, o dejar que una película se reproduzca o haga bulla de
fondo. Pero, sí o sí, necesito estar cómodo frente a mi escritorio, después de
todo es el lugar donde más tiempo paso durante el día. No suelo tomar notas o
apuntes, solo espero que todo se arme lentamente en mi cabeza. Es como inflar
un globo. En un momento las ideas llenan el plástico del globo hasta su límite
y revienta. Cuando ya no pueda más y mi cabeza explote, será la señala que
estaba esperando. Llegó el momento. Es hora de escribir hasta el hartazgo.
Cuando te entregas a la escritura de esa manera, ya ni importan los horarios.
Sebastián:
Después de tu trayecto como escritor, editor, periodista y estudiante. ¿cómo
sientes que todo eso ha impactado en ti?
Yero
Chuquicaña: Me he dedicado a muchas cosas, como ser periodista a tiempo
parcial, redactor, corrector y a veces editor, tanto de textos literarios como
ajenos a ello. He probado muchas cosas que siempre me han mantenido dentro del
campo de la redacción y la edición. Eso es importante, porque nunca he dejado
de producir o al menos redactar textos, aunque no fueran literarios. La cosa es
nunca dejar de escribir, lo cual es diferente a publicar, mucho ojo con eso. Me
gustaría que en algún momento toda esta experiencia me sirva para escribir una
novela que quizá no cambie nada, pero que seguramente me va a cambiar a mí, y
con eso es suficiente. Y luego el silencio. No por ser escritor significa que
deba sacar un libro todos los años, aunque ha sido así en mi caso durante los
últimos 10 años (risas). Yo creo que el silencio de autor es importante,
porque si no hay nada bueno que decir, ¿para qué escribir? Y mucho peor, ¿para
qué publicar? Imagino que después de unos libros más guardaré silencio durante
algunos años… hasta mi regreso triunfal (risas). Todo es posible.
Sebastián:
¿Qué consejos le darías a alguien que está empezando en el oficio de
escritor?
Yero
Chuquicaña: Abandona toda posibilidad (risas). Mentira. De vez en
cuando dicto talleres de narrativa y, seamos objetivos, no todos tienen lo
necesario para convertirse en escritores. Esa es la verdad. Si no fuera así, ya
tendríamos muchos autores publicados y consagrados. Habría cien Vargas Llosa,
doscientos Ribeyros y muchos Borges. Pero está bien practicar y llevar talleres
de escritura, porque son entretenidos y ayudan a desarrollar la imaginación; háganlo
cada vez que puedan. Sin embargo, lo más importante siempre será mantener viva
la lectura. No hay escritura sin lectura. Y más que escritores, creo que
deberíamos ser ciudadanos de a pie que tengan, por lo menos, una idea de lo que
está bien y lo que está mal en nuestra casa y en nuestro país. Y una forma de
conseguir ese razonamiento es leyendo.
Si quieren
dedicarse a la escritura, no es necesario estudiar literatura. Basta con ser un
lector hábil y voraz, en primer lugar. Por eso, lean un montón, y cuando se
cansen, vuelvan a leer. Y una vez que se pongan a escribir, la práctica es la
única forma de llegar a la madurez. Van a fallar una, dos, tres… veinte veces.
Y van a tener que corregir veinte veces más. La persistencia es la clave.
Yo no escribí un
cuento que se considerara «bueno» hasta después de cinco años de proponérmelo.
Toma tiempo. La gente que quiere tomarse esto en serio debe empezar a escribir
ya.
Sebastián: ¿Consideras
que hay elementos que indiquen que tienes una buena historia entre manos?
Yero Chuquicaña:
Siempre. Antes tenía que pedir la opinión de otros, pero ahora ya no porque
estoy más de acuerdo con mi propio criterio que con el de los demás (risas).
Tengo un “detector de mierda” activo dentro de mí todo el tiempo. Aunque, sí,
siempre es bueno tener una segunda opinión. Obviamente, cuando trabajas con un
editor, este hará todo lo posible para que cambies de opinión respecto a uno o
varios puntos de tu obra. Pero si sabes a dónde ir y cómo llegar hasta allá, ni
aunque te quieran vetar de la editorial de por vida. Mantente firme hasta el
cierre de edición.
Sebastián:
¿Qué consideras que debe de tener una buena historia para brillar?
Yero
Chuquicaña: Ya no hay temas originales en la literatura ni en el cine, ni
en ningún tipo de corriente artística. Lo que prima más actualmente es la forma.
Si sabes cómo contar historias, vas a poder hacer que hablen hasta las piedras.
Pero para ello necesitas ser un escritor habilidoso, con técnica. Una historia
puede tener una excelente premisa, pero si no sabes contarla, habrá sido
desperdiciada.
Sebastián:
¿Qué estás leyendo actualmente? ¿Qué opinas de esa lectura?
Yero
Chuquicaña: Volví a leer Pedro Páramo hace poco, porque cada vez que
me enfrasco en un proyecto narrativo recurro a cierto tipo de autores. La
novela de Rulfo es fascinante y un relato completo que siempre da pie a nuevas
formas de interpretación. Para mí leer libros que ya he tocado más de una vez
cada cierto tiempo es como recibir una bocanada de aire fresco. Me da nueva
vida.
Sebastián: ¿Es
como encontrarse con un viejo amigo?
Yero
Chuquicaña: Sí, es como volver a coger fuerzas para lo que te haga falta.
En mi caso, la escritura. Por eso siempre regreso a los libros que me encantan
o que han definido mi vida. Allí siempre estarán, por ejemplo, Pedro Páramo (1955),
El extranjero (1942), Los inocentes (1961), Si me necesitas llámame (2000),
Los gallinazos sin plumas (1955)… Recomendaría a todo el mundo siempre estar en
contacto con sus libros favoritos.
Sebastián:
¿Hay algo más que quisieras decir o acotar?
Yero
Chuquicaña: El camino de la literatura y del escritor no siempre te va a
retribuir algo. Pienso que la gente que se dedica a esto o es muy valiente o
muy estúpida, porque creen que ser autores de algo les dará cierto respeto o
estatus, qué sé yo. Pero son muy pocos los realmente bendecidos. Siento que he
tenido mucha suerte hasta ahora, de otra forma no tendría carrera como escritor.
Si no hubiera sido de esta forma, quizá mi obra no habría tenido el impacto que
tiene ahora y tal vez no estaría conversando contigo, porque, tal vez, solo tal
vez, estaría dedicándome a cualquier otra cosa y no habría nada que realmente
valiera la pena en mi vida. Pero aquí estamos.
Si quieres
dedicarte a escribir y publicar, si realmente quieres hacerlo, proponte algo y
cúmplelo. Así funcionan las cosas generalmente para todo, con determinación. Si
no te pones las pilas cuando eres joven, no vas a esperar cinco años a que,
cuando acabes una carrera o lo que sea, mágicamente suceda algo que cambie la
forma en la que has llevado tu vida hasta ese momento. Haz que cada día valga
la pena. No importa si detrás de ese primer y único día valioso en tu vida hay
cinco o diez años desperdiciados. Lo que realmente importa es que ya tomaste
una decisión y estás en el camino hacia la grandeza.
*
Licenciado en
Literatura y Lingüística por la Universidad Nacional de San Agustín de
Arequipa. En 2016, fue reconocido como joven promesa de la narrativa por la
Pontificia Universidad Católica del Perú. En 2017, obtuvo el Premio Nacional de
Literatura por Falsos cuentos: Taca-Taca, su primer libro. En 2020, ganó
el concurso de cuentos Nuestros Relatos del Proyecto Especial Bicentenario de
la Independencia del Perú. En 2021, recibió el diploma y la medalla del
Congreso de la República por su contribución a la cultura de la región sur. En
2023, ganó el Premio a la Creación de Obras Infantiles y Juveniles, en la
categoría narrativa juvenil, con la novela corta El erizo (2024).
Ha publicado los libros Falsos cuentos: La primera vez que alguien te
habló de mí (2017), Peruanos de segunda mano (2019), ¿Qué
carajo es el amor? (2021) e Historia de un zorro (2022).
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