ENTREVISTA A YERO CHUQUICAÑA SALDAÑA

ENTREVISTA A YERO CHUQUICAÑA: «CONOZCO MUCHOS AUTORES JÓVENES Y NO TAN JÓVENES QUE PUBLICAN UN PRIMER LIBRO Y, DESPUÉS DE UNOS AÑOS, CONFIESAN ESTAR ARREPENTIDOS. ME ALEGRA NO PODER DECIR LO MISMO».

Yero Chuquicaña Saldaña (1990)* es un escritor nacido en Ilo y que actualmente radica en Arequipa. Estudió Literatura y Lingüística en la Universidad Nacional de San Agustín y ha laborado como periodista cultural, corrector de estilo, escritor fantasma, redactor de contenido y editor. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura en la categoría Infantil y Juvenil en el año 2017 y en el 2023 fue galardonado con el Premio a la Creación de Obras Infantiles y Juveniles por su obra El Erizo. En esta oportunidad, Sebastián Alva conversó con él para El Hacedor.



Sebastián: ¿Cómo sientes que ha cambiado tu visión sobre la escritura después de haber publicado tus libros?

Yero Chuquicaña: Ha cambiado mucho. Cuando era joven y comencé a escribir, era más fácil. La edad influye demasiado. Era como practicar un deporte. Me dejaba llevar mucho por la pasión y mis emociones. Podía escribir de tres a seis horas en la noche e incluso hasta el alba. En cambio, ahora es un trabajo más concienzudo, aunque no tanto, porque siento que, si es el momento indicado, puedo ponerme a escribir de golpe 1,000 o 2,000 palabras al día, y eso para mí es un gran avance. Sin contar que suelo redactar alrededor de 5.000 palabras diarias por mis obligaciones laborales. Gracias a esa dedicación y a la intensa práctica durante mi juventud, ahora puedo completar un proyecto, por ejemplo, en diez días.

Alex: Hay algo importante aquí, porque no es lo mismo publicar a los 25 años que a los 35. A esa edad, seguramente, ya tienes una reputación y una trayectoria, por lo que no puedes publicar cualquier cosa.

Yero Chuquicaña: No puedo escribir el mismo libro una y otra vez. Por ejemplo, Falsos cuentos (2017) es un libro que le gusta a mucha gente, pero no puedo volver a escribir sobre los mismos temas con el mismo estilo siempre. Siento que cada vez que escribo un libro tengo una oportunidad para experimentar con algo distinto y ponerme nuevos límites. Por eso tengo demorado un nuevo libro de cuentos que está en proyecto desde el 2020. Quiero que sea diferente a los primeros.

Sebastián: El paso de los años cobra factura para todos. Si miramos su primer libro de cuentos habla sobre su ciudad, luego empieza a hablar sobre sí mismo y de ahí empieza a hablar sobre dos personas y un artista desencantado y al final escribe sobre su vida en Arequipa, pero ahí se va observando el cambio. ¿Qué diferencias encuentras en publicar en una editorial independiente peruana, en una del extranjero y en una trasnacional como Planeta? 

Yero Chuquicaña: Es todo parte del proceso. Al principio empezamos a escribir desde un lugar muy propio y desde la ventana más pequeña, en este caso, una editorial independiente y local. Yo conozco a Ruhuan Huarca más de 15 años y he visto crecer la editorial Aletheya. Le tengo mucho respeto por el trabajo que hemos hecho juntos publicando mis tres primeros libros de cuentos. Luego está lo de Cinesargo, editorial extranjera, que ha sido un impulso para llevar por primera vez mi literatura fuera del país. Y, finalmente, saltar a una editorial transnacional, que son las que dominan el mercado. Pero eso no quita que yo haya perdido mi «esencia» al momento de escribir para otras editoriales o que deje de corresponder como autor de provincia. Siempre voy a seguir siendo el mismo y puedo trabajar con Ruhuan o con cualquier otra editorial que me lo proponga, como Edelvives Internacional, por ejemplo. Escribí un libro infantil, Historia de un zorro (2022), para esta editorial de España que distribuye sus obras a gran parte de Latinoamérica, y actualmente es leído en varias instituciones educativas de habla hispana. Eso para mí es gratificante, porque significa que cada vez los pasos son más largos y los libros llegan a más gente. Eso es genial. 

Sebastián: Creo que un escritor que es capaz de escribir para un público adulto y luego adaptarse al público infantil es un escritor que tiene talento. 

Yero Chuquicaña: Es un desafío, porque escribir literatura infantil y juvenil no es lo mismo que escribir Falsos cuentos o Peruanos de segunda mano (2019). La literatura infantil y juvenil requiere un tipo de escritura y de visión, porque a veces te sugieren la edad y eso implica otro tipo de trabajo, de cierta forma es más controlado. No puedo hacer que mi literatura infantil sea, digámoslo, «caótica». Tiene que estar orientada a un público objetivo, o quién sabe. De cualquier forma, siempre puedo incluir «eso» que me caracteriza.

Sebastián: ¿Cuáles son los eventos canónicos que definieron tu vocación por la literatura y la escritura? 

Yero Chuquicaña: El primero fue a los veinticuatro años, cuando finalmente me dejé convencer por Aletheya para escribir un libro de relatos. Yo tenía un prototipo de cuentario, pero no estaba satisfecho con el resultado y simplemente lo deseché. En ese momento, me senté en el escritorio y me tracé un proyecto de libro al que le puse nombre, tema y objetivos, aspirando a que al año siguiente se publique bajo un riguroso trabajo de edición. Yo no solo me encargué de escribirlo, como es esperable, sino también de diagramarlo y diseñar las portadas, agregar las ilustraciones en blanco y negro, porque al final resultaron siendo dos: Taca-Taca (2015) y Air-Max (2015), ambos de la colección Falsos cuentos. Quería que el proyecto fuera muy personal y que tuviera algo único que lo diferenciara del resto de libros que se estaban publicando en ese tiempo. 

El segundo evento fue en el 2023, casi diez años después. Estaba algo deprimido porque solo me dedicaba a trabajar, curiosamente, escribiendo textos largos de todo tipo, pero menos literatura. Un día me pasaron la convocatoria de un concurso de narrativa y vi que solo quedaban once días para participar. Me tomé un día de los once para revisar todos los detalles del concurso, armar mi proyecto de libro y trazar un plan de escritura rápido. Los otros diez días los dediqué exclusivamente para escribir, esta vez literatura. Me di cuenta de que no estaba oxidado como yo pensaba, sino que aún tenía mucha destreza para seguir contando historias. Así fue como nació El Erizo (2024). Ganó el concurso contra todo pronóstico. Esa fue la señal definitiva que necesitaba para darme cuenta de «eso», de que voy a pasar el resto de mi vida haciendo esto.

Sebastián: ¿Que tanto ha impactado tu formación en Ilo y Arequipa en tu literatura?

Yero Chuquicaña: Mi tiempo en Ilo es determinante porque la experiencia de vida de un autor, pienso, es indivisible, por más que las desconozcas o cambies de vida después. Para mí Ilo es el espacio al que siempre voy a volver de una u otra forma, el lugar donde nací, el que me ayudó a construir mi colección de Falsos cuentos y al que probablemente vuelva cuando ya esté en las últimas. Hay un dicho que señala que para escribir sobre los demás primero tienes que aprender a escribir sobre ti. Yo creo eso firmemente. 

Antes, mucho antes, me hubiera gustado empezar a escribir ciencia ficción, fantasía, épicas, ese tipo de cosas, pero me di cuenta de que esos temas no tenían nada que ver conmigo, al menos en ese momento. Bastó dar un vistazo alrededor para darme cuenta de que mi vida y la de los demás era lo suficientemente interesante como para escribir un libro de relatos que tocará temas que me empezaban a interesar, como las condiciones de vida de un grupo de peruanos arrojados a un pampón al final del sur del país, la marginalidad y la precariedad que hay en ello, la violencia social, la paternidad, la sexualidad, la amistad, el amor… En fin, la búsqueda de mi propia identidad. Escribir sobre lo que conozco es muy valioso para mí, porque ayudó a posicionar a Ilo dentro de lo que llaman el «canon literario». Se logró escribir un libro de relatos que tuviera como escenario el puerto de Ilo, que se impulse la literatura hecha en las regiones, específicamente en Moquegua y Arequipa, y que mi carrera como escritor independiente se catapultara en todo el país gracias al Premio Nacional de Literatura. 

Sebastián: ¿Y en Arequipa?

Yero Chuquicaña: En Arequipa es donde realmente empieza mi formación en literatura de manera profesional. Me quedé en la escuela de Literatura de la UNSA más tiempo de lo que esperaba, pero no me arrepiento de nada. Esos años extra me sirvieron para fortalecer no solo mi formación académica, sino también para estrechar lazos fuertes y duraderos con profesores, alumnos y amigos que conservo hasta ahora. Esos años me sirvieron para aprender literatura «universal», hablando de forma muy general. Siento que todos esos libros que recibí a lo largo de la carrera me ayudaron a consolidar un estilo y una voz que siempre está buscando perfeccionarse. Por eso no puede escribir el mismo libro dos veces. Ya experimenté con literatura infantil y juvenil, ahora quiero escribir una novela que abarque diversos temas que me importan e impactan todos los días. Creo que estoy en la edad correcta para poner en marcha ese proyecto. Cuando estaba en mis veintes siempre me negaba a escribir una novela cada vez que alguien me preguntaba cuándo lo haría, porque me llamaba a mí mismo «cuentista». Pero hay cosas que simplemente no se pueden narrar en los cuentos cortos. Le toca a la novela. Es hora. 

Sebastián: ¿Cuáles son tus referentes literarios, cinematográficos u otros que han instruido en tu literatura?

Yero Chuquicaña: Mis referencias son muy obvias en cuanto a literatura y muy pop en cuestión de cultura popular. Y en términos de literatura nacional, son lo que uno esperaría de un escritor que ha orientado su literatura hacia el realismo urbano la mayor parte del tiempo. También hay algo de influencia de los cómics estadounidenses, las sagas y los superhéroes. Antes era un lector de cómics empedernido, ahora de lejitos nomás, ya lo dejé. Pero sigo teniendo miles de comics en mi sala. Entonces, para simplificar la respuesta en cuanto a referentes literarios, me gusta la literatura de Ribeyro, fue mi maestro ausente. También me encanta cómo escribía Oswaldo Reynoso con el libro que se consagró. Y no puedo negar que he recurrido a Mario Vargas Llosa en algún momento. Pero si me voy hacia el extranjero, soy un fiel seguidor de Rulfo.

Sebastián: Él fue un escritor que solo sacó dos libros para trascender en la literatura universal. 

Yero Chuquicaña: Sí, cargo mi edición combo de Pedro Páramo/El llano en llamas como una biblia. También me gusta mucho la literatura del escritor estadounidense Raymond Carver. Él es uno de mis máximos referentes, tanto así que quería ser como él. Pero una vez uno de mis amigos me dijo: «no debes intentar ser como Carver, porque tú ya eres Yero Chuquicaña. Procura seguir siendo Yero Chuquicaña». 

Con respecto a las películas, mis referentes son Scorsese, Tarantino, Fincher, Nolan, Paul Thomas Anderson.  Luego, con respecto a la música, están los Arctic Monkeys, Oasis, The Libertines, Strokes. Pero también me gusta mucho la música contemporánea hecha por jóvenes como Cuco, Boy Pablo o Los Retros. 

Me gustan muchas cosas, por eso en mi segundo libro agarré todo lo que tenía a mi disposición para hacer el caos que tanto me gusta. Metí un poco de Carver, otro poco de Palahniuk (escritor que también admiro), un poco de Ribeyro y una pizca de Reynoso. Y rock y películas y cómics y géneros y realidad nacional. Me encanta cómo quedó Peruanos de segunda mano.

Sebastián: Justo estabas hablando de tu estilo y de tus referentes. Entonces, te hago la siguiente pregunta, ¿tienes algún spoiler que nos puedas dar de algún proyecto que tengas en mente? 

Yero Chuquicaña: Sí. Quiero escribir dos libros a largo o quizá corto plazo: uno es de cuentos, el cual ha sido postergado por varios años, y que por ahora tiene el título provisional de Las raras ocasiones. Ahí tienes un spoiler. Luego, el segundo libro es una novela, porque, como ya te comenté antes, siento que es el momento indicado para hacerlo. La temática no es original, pero sí es refrescante, y creo que poner mucha atención tanto a la forma como el contenido podría hacer que esta novela que tengo en mente funcione. No puedo dar más spoilers.

Sebastián: Pasando a la sección de opiniones, ¿cuáles son tus percepciones sobre la narrativa peruana que se produce actualmente?

Yero Chuquicaña: La literatura contemporánea que se hace en Arequipa es muy saludable. A nivel nacional también es abundante, porque hay muchos registros y voces apareciendo cada año. Y aun así no tengo mucho tiempo para leerlos a todos. Te puedo confesar que he leído muy poco, es decir, a mis contemporáneos. Pero, de cierta forma, está bien, porque no suelo seguir tendencias. Me gusta regresar a los clásicos siempre. Apoyo enfáticamente que haya este incremento desmedido de narrativa nacional, porque entre tantas páginas, algo bueno ha de salir (risas). Como te dije, no los he leído a todos, así que no podría dar una mirada justa a lo que se está haciendo en la actualidad en la narrativa peruana. Hay gente más preparada para eso. Por mi parte, siempre regreso a los mismos libros e intento, de alguna forma, encontrar una pista que me diga hacia dónde ir. Es como un ejercicio íntimo que pongo en práctica de vez en cuando. Pero me parece genial que surjan nuevas voces y que muchas de ellas las conozca de algún lado o de antemano. Siempre les deseo lo mejor.

 

Sebastián: ¿Consideras que hay un proceso que sigues para escribir? ¿De qué manera escribes? 

Yero Chuquicaña: Antes escribía en las noches y me quedaba hasta la madrugada, pero ahora no porque tengo que repartir mi horario de trabajo con mis otras responsabilidades. Además, ya no soy tan joven como para desvelarme tan brutalmente como antes (risas). Hay que saber administrar el tiempo libre. Cuando escribí mi último libro, El Erizo, le dediqué cada día que tenía a mi disposición hasta que ya no podía más, hasta que me hartaba, porque, naturalmente, siempre hace falta descansar la cabeza de vez en cuando. O te quemas. Por eso las relaciones sociales, amicales y amorosas son muy importantes, porque nos dan un respiro y nos mantienen con los pies en la tierra; cuídenlas. Ahora, imagino que para los dos proyectos que tengo en el escritorio, puedo destinar dos o tres horas de escritura al día. También suelo acompañar las sesiones con música que inspire la narrativa, música contemporánea o retro, no importa, o dejar que una película se reproduzca o haga bulla de fondo. Pero, sí o sí, necesito estar cómodo frente a mi escritorio, después de todo es el lugar donde más tiempo paso durante el día. No suelo tomar notas o apuntes, solo espero que todo se arme lentamente en mi cabeza. Es como inflar un globo. En un momento las ideas llenan el plástico del globo hasta su límite y revienta. Cuando ya no pueda más y mi cabeza explote, será la señala que estaba esperando. Llegó el momento. Es hora de escribir hasta el hartazgo. Cuando te entregas a la escritura de esa manera, ya ni importan los horarios.

Sebastián: Después de tu trayecto como escritor, editor, periodista y estudiante. ¿cómo sientes que todo eso ha impactado en ti? 

Yero Chuquicaña: Me he dedicado a muchas cosas, como ser periodista a tiempo parcial, redactor, corrector y a veces editor, tanto de textos literarios como ajenos a ello. He probado muchas cosas que siempre me han mantenido dentro del campo de la redacción y la edición. Eso es importante, porque nunca he dejado de producir o al menos redactar textos, aunque no fueran literarios. La cosa es nunca dejar de escribir, lo cual es diferente a publicar, mucho ojo con eso. Me gustaría que en algún momento toda esta experiencia me sirva para escribir una novela que quizá no cambie nada, pero que seguramente me va a cambiar a mí, y con eso es suficiente. Y luego el silencio. No por ser escritor significa que deba sacar un libro todos los años, aunque ha sido así en mi caso durante los últimos 10 años (risas). Yo creo que el silencio de autor es importante, porque si no hay nada bueno que decir, ¿para qué escribir? Y mucho peor, ¿para qué publicar? Imagino que después de unos libros más guardaré silencio durante algunos años… hasta mi regreso triunfal (risas). Todo es posible.

Sebastián: ¿Qué consejos le darías a alguien que está empezando en el oficio de escritor? 

Yero Chuquicaña: Abandona toda posibilidad (risas). Mentira. De vez en cuando dicto talleres de narrativa y, seamos objetivos, no todos tienen lo necesario para convertirse en escritores. Esa es la verdad. Si no fuera así, ya tendríamos muchos autores publicados y consagrados. Habría cien Vargas Llosa, doscientos Ribeyros y muchos Borges. Pero está bien practicar y llevar talleres de escritura, porque son entretenidos y ayudan a desarrollar la imaginación; háganlo cada vez que puedan. Sin embargo, lo más importante siempre será mantener viva la lectura. No hay escritura sin lectura. Y más que escritores, creo que deberíamos ser ciudadanos de a pie que tengan, por lo menos, una idea de lo que está bien y lo que está mal en nuestra casa y en nuestro país. Y una forma de conseguir ese razonamiento es leyendo.

Si quieren dedicarse a la escritura, no es necesario estudiar literatura. Basta con ser un lector hábil y voraz, en primer lugar. Por eso, lean un montón, y cuando se cansen, vuelvan a leer. Y una vez que se pongan a escribir, la práctica es la única forma de llegar a la madurez. Van a fallar una, dos, tres… veinte veces. Y van a tener que corregir veinte veces más. La persistencia es la clave.

Yo no escribí un cuento que se considerara «bueno» hasta después de cinco años de proponérmelo. Toma tiempo. La gente que quiere tomarse esto en serio debe empezar a escribir ya. 

Sebastián: ¿Consideras que hay elementos que indiquen que tienes una buena historia entre manos? 

Yero Chuquicaña: Siempre. Antes tenía que pedir la opinión de otros, pero ahora ya no porque estoy más de acuerdo con mi propio criterio que con el de los demás (risas). Tengo un “detector de mierda” activo dentro de mí todo el tiempo. Aunque, sí, siempre es bueno tener una segunda opinión. Obviamente, cuando trabajas con un editor, este hará todo lo posible para que cambies de opinión respecto a uno o varios puntos de tu obra. Pero si sabes a dónde ir y cómo llegar hasta allá, ni aunque te quieran vetar de la editorial de por vida. Mantente firme hasta el cierre de edición. 

Sebastián: ¿Qué consideras que debe de tener una buena historia para brillar?

Yero Chuquicaña: Ya no hay temas originales en la literatura ni en el cine, ni en ningún tipo de corriente artística. Lo que prima más actualmente es la forma. Si sabes cómo contar historias, vas a poder hacer que hablen hasta las piedras. Pero para ello necesitas ser un escritor habilidoso, con técnica. Una historia puede tener una excelente premisa, pero si no sabes contarla, habrá sido desperdiciada. 

Sebastián: ¿Qué estás leyendo actualmente? ¿Qué opinas de esa lectura?

Yero Chuquicaña: Volví a leer Pedro Páramo hace poco, porque cada vez que me enfrasco en un proyecto narrativo recurro a cierto tipo de autores. La novela de Rulfo es fascinante y un relato completo que siempre da pie a nuevas formas de interpretación. Para mí leer libros que ya he tocado más de una vez cada cierto tiempo es como recibir una bocanada de aire fresco. Me da nueva vida.

Sebastián: ¿Es como encontrarse con un viejo amigo? 

Yero Chuquicaña: Sí, es como volver a coger fuerzas para lo que te haga falta. En mi caso, la escritura. Por eso siempre regreso a los libros que me encantan o que han definido mi vida. Allí siempre estarán, por ejemplo, Pedro Páramo (1955), El extranjero (1942), Los inocentes (1961), Si me necesitas llámame (2000), Los gallinazos sin plumas (1955)… Recomendaría a todo el mundo siempre estar en contacto con sus libros favoritos.

Sebastián: ¿Hay algo más que quisieras decir o acotar? 

Yero Chuquicaña: El camino de la literatura y del escritor no siempre te va a retribuir algo. Pienso que la gente que se dedica a esto o es muy valiente o muy estúpida, porque creen que ser autores de algo les dará cierto respeto o estatus, qué sé yo. Pero son muy pocos los realmente bendecidos. Siento que he tenido mucha suerte hasta ahora, de otra forma no tendría carrera como escritor. Si no hubiera sido de esta forma, quizá mi obra no habría tenido el impacto que tiene ahora y tal vez no estaría conversando contigo, porque, tal vez, solo tal vez, estaría dedicándome a cualquier otra cosa y no habría nada que realmente valiera la pena en mi vida. Pero aquí estamos.

Si quieres dedicarte a escribir y publicar, si realmente quieres hacerlo, proponte algo y cúmplelo. Así funcionan las cosas generalmente para todo, con determinación. Si no te pones las pilas cuando eres joven, no vas a esperar cinco años a que, cuando acabes una carrera o lo que sea, mágicamente suceda algo que cambie la forma en la que has llevado tu vida hasta ese momento. Haz que cada día valga la pena. No importa si detrás de ese primer y único día valioso en tu vida hay cinco o diez años desperdiciados. Lo que realmente importa es que ya tomaste una decisión y estás en el camino hacia la grandeza.

 

 

*

Licenciado en Literatura y Lingüística por la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. En 2016, fue reconocido como joven promesa de la narrativa por la Pontificia Universidad Católica del Perú. En 2017, obtuvo el Premio Nacional de Literatura por Falsos cuentos: Taca-Taca, su primer libro. En 2020, ganó el concurso de cuentos Nuestros Relatos del Proyecto Especial Bicentenario de la Independencia del Perú. En 2021, recibió el diploma y la medalla del Congreso de la República por su contribución a la cultura de la región sur. En 2023, ganó el Premio a la Creación de Obras Infantiles y Juveniles, en la categoría narrativa juvenil, con la novela corta El erizo (2024). Ha publicado los libros Falsos cuentos: La primera vez que alguien te habló de mí (2017), Peruanos de segunda mano (2019), ¿Qué carajo es el amor? (2021) e Historia de un zorro (2022).

 


Comentarios

Entradas populares de este blog

ENTREVISTA A JORGE MALPARTIDA TABUCHI

KATRINA RAMOS: INSTINTO BESTIAL

ENTREVISTA A GUSTAVO PINO